Datos personales

Mi foto
some fairs and the new trends have globalized the region using a wrong concept of the contemporary Latin American art.

miércoles, 22 de agosto de 2012

martes, 20 de abril de 2010

FLORIDA STYLE 2008

MAS MAS, MASEGOSA!
BY ANDREA KOBYLNIK

Sebastián Masegosa’s art is both Latin
American and global and it is entirely his
own. Although Masegosa was born in
Buenos Aires, Argentina, this 33-year-old’s art
knows no frontiers. His paintings are sold all over
the world, including a growing market in the
United States.
The Latin American art market is booming and
demand for artwork, especially abstract art, has
gone through the roof. Investors with cash to play
with are looking for alternatives to a shaky stock
market and a rather precarious property market.
There is guarantee that prices will continue to rise,
Sultry Sebastian Steals
Scene at ArteAmericas
but at least your art will give you
pleasure, and that is worth some-
thing! Here Masegosa shares his
perspective on his art and the
new art boom.
Q: Where have you studied?
A: Although I have always attend-
ed workshops, basically I am self-
taught. Since I was a child, I have
tried all kind of techniques of
drawing and painting. I have also
received scholarships that cer-
tainly enriched my training and
promoted me to get fully in the
art world since I was very young.
On the other hand, I think it was
essential and very influential for
me that I come from a family of
artists and freethinkers.
Q: Who were your teachers?
A: I have been to many studios,
but Diana Aizenberg, Marco
Otero and my Visual Arts teacher
from high school were definitely
big influences in my art.
Q: How could you define your
artwork?
A: Today is totally abstract. I
always try to show a reflection of
my being, without speculation or
conditioning factors.
Q: What makes your art unique?
A: I suppose it’s the fact that we
all are unique and each one has its
own imprint.
Q: What inspires you most?
A: The music. It may choose several
composers from classical or tango to
rock & roll, such as Piazzolla, Moby,
Brucqner, Debussy, Charly Garcia,
Morricone, Cerati, Radiohead, Massive
Attack, and more.
Q: What do you like of being an artist?
A: I love the freedom, in every sense.
Q: What is your favorite artwork? Why?
A: The last one, which is still wet, with
whom I share the euphoria of creation.
Q: How do you perceive the Latin
American art nowadays?
A: I consider there are very good
artists, but I think that some fairs
and the new trends have global-
ized the region using a wrong con-
cept of the contemporary Latin
American art.
Q: What expectations do you have
for your future?
A: In the immediate future, I’m
expecting to buy some cigarettes
because I have no more, listen to
good music and spend night paint-
ing in the studio. But for my long
future, I expect to continue looking
for my best artwork.
Q: When and where will be your
next exhibits?
A: My next individual exhibits will
take place in Buenos Aires at
“Javier Baliña – Art Gallery”. Last
March, I was at ArteAméricas –the
Latin Ameri can trade fair in
Miami– for first time and it went
very well.
Q: Where is your artwork sold?
A: My artwork is mainly sold in the
United States and Argentina. I have
also signed a contract with the
Colombian designer Adriana Hoyos,
to present my artworks in their show-
rooms in the Design District Miami
and Dakota. On the other hand, in
Buenos Aires, my agent Javier Baliña
sold my paintings, known through its
Website jbarte.com.ar, to different
parts of the world.

Buenos Aires Magazine 2007

Buenos Aires Magazine
(87)
ARTE TEXTOS: María ClausoFOTOS: Alejandro Peral

VIAJE INTROSPECTIVO

SEBASTIÁN MASEGOSA TIENEMUCHO PARA DAR.
SU PINTURA INVITA AL OBSERVADOR A PERDERSE ENTRE SENTIMIENTOS MUY PROFUNDOS.
HOY SU ARTE ES NETAMENTE ABSTRACTO.

PESE A SU CORTA EDAD, 32 AÑOS, LLEVA MUCHOS AÑOS TRABAJANDO COMO
ARTISTA PLÁSTICO.
Sebastián disfruta enormemente su presente porque puede dedicarse a
crear sin presiones externas. Resguardado y sereno, este artista no busca,
encuentra.
Nació en una familia de artistas. Su madre es concertista de piano y sus
hermanos, músicos. Creció en San Isidro, cerca del río. Le gusta andar
en bicicleta y perderse entre la gente, tocar el piano y ver buen cine.
En el aspecto plástico, no se ata a modas ni a tendencias. Se siente feliz
cuando entra en diálogo íntimo con su obra y se deja llevar. Pinta gran-
des telas con diversos materiales y continuamente experimenta nuevas
técnicas. Con un buen disco, sus espátulas y sus pinceles puede pasar
horas abstraído en sus manchas de colores.
Un enorme galpón en donde funcionaba una herrería se convirtió en su
actual taller.
Pintar no fue una decisión, sino un camino de placer extremo que
comenzó a transitar desde muy chico. Expresarse en la tela o el papel se
convirtió en una necesidad interior.

A pesar de ser un artista abstracto, Masegosa nunca abandonó el dibu-
jo, ni lo piensa dejar. Aunque se considera autodidacta, durante años
asistió a talleres para forjar su formación y piensa seguir haciéndolo.
Sebastián confiesa que su exitoso presente le hace sentir mucho vértigo,
pero agradece casi a diario, poder vivir de lo que más le gusta hacer. Su
espíritu de artista muchas veces lo lleva a ver el lado incompleto de las
cosas; por eso quizás siempre necesita más.
¿Por qué de chico no usabas colores?
A mí me gustaba dibujar y cuando había que usar color, hacía todo en
blanco y negro. Los profesores me retaban y llamaban a mi madre para
hablar sobre mi desobediencia, hasta que una profesora con una visión
más abierta, me sacó la presión de pintar; ella argumentaba que yo esta-
ba muy seriamente enfocado en el dibujo, probando, experimentando e
incorporando técnica, y que el uso del color llegaría naturalmente, como
parte de mi proceso plástico.
Y ahí comenzaste a usar el color…
Empecé a usar colores en dibujos y después a pintar, tendría doce años.
Lo hice porque mi hermano asistía a un taller y me gustó entrar en con-
tacto con el material. Mis primeros cuadros fueron bocetos de manos.
Me gustaba mucho la figura humana.
Empezaste siendo figurativo, ¿cómo se fueron perdiendo las formas?
Copiar dejó de atraerme. Me fue interesando más lo inconsciente y fui
descubriendo, poco a poco, la libertad de la abstracción.
Y ahí es cuando los fondos empiezan a tomar importancia…
Sí, fueron ganando protagonismo a medida que fui rompiendo la línea.
Siempre tuve atracción por las grandes metrópolis y cambié la figura
humana por el urbanismo. Hacía costas de Manhattan, puentes y mega
estructuras que se acercaban a abstracciones geométricas. Ya era imposi-
ble ignorar los fondos, cosa que sí podía hacer cuando sólo dibujaba.
¿Qué refleja tu obra?
Es algo muy subjetivo. Depende mucho del ojo de cada observador.
Frente al mismo cuadro suele haber miradas muy diferentes.
¿Las series que ya hiciste nutren de ideas a la que están por venir?
Casi siempre lo nuevo está apoyado en mis experiencias anteriores.
Cuando trabajo en serie es porque encontré un terreno fértil donde dia-
logar plásticamente con la materia. En algún momento eso se agota, y
entonces necesito algo nuevo para seguir adelante. Me gusta sentir que
la obra habla por sí misma, que tiene vida propia y que me muestra por
dónde seguir sin haberlo determinado yo.
¿Y tiene vida propia?
¡Seguro que sí!, ¿o acaso al escritor de novelas sus personajes no le van
contado muchas veces lo que van a hacer o dejar de hacer? Yo juego
mucho a darle rienda suelta a la libertad expresiva, sin condicionamien-
tos, pisoteando los miedos, tanto plásticos como psicológicos, hasta que
la obra me diga: “¡no me toques más!”
¿Es catártico tu trabajo?
La mayoría de las veces, sí. Aunque también voy depurando y modifi-
cando lo que mi ojo me indica. Tal vez, esa sea la parte más mental. Pero
me encanta ir por lugares en los que no sé a dónde voy a llegar. Por eso
digo que no busco, encuentro.
¿Por qué el nombre de tu serie “Conjunciones ambiguas”?
Sentí que la obra me mostraba eso; eran juegos de opuestos, planos
superficiales y profundidades, claros y oscuros, caos y silencios, que
jugaban entre ellos.
¿Por que elegiste “Hora cero” para titular tu última serie?
Por un lado, porque pinté durante dos meses escuchando adictivamen-
te a Piazzola, y uno de mis temas favoritos es “Buenos Aires, hora cero”.
Por otro lado, incorporé el círculo –la figura geométrica que más evoca
al cero– y el semicírculo por primera vez a mi obra. Además, para mí
“Hora Cero” implica algo así como capítulo nuevo, y en esta serie estoy
estrenando un elemento plástico con mucho para indagar, la textura.
¿Necesitás la música para pintar?
Sí, definitivamente. Estimular el oído con música me ayuda a abrirme.
Pero no escucho cualquier cosa, la elijo de acuerdo a mi estado de
ánimo, a mis ganas, a cómo me levanté, a cómo está el día… La músi-
ca me hace despegar, me transporta a otro plano menos terrenal, donde
me conecto más íntimamente con la creatividad.
¿Se asemeja tu mirada a la del espectador? ¿Sentís que ven lo mismo
que vos ante un cuadro tuyo?
Me gusta que lo que alguien ve en mis cuadros coincida con lo que sien-
to, porque me reflejo mucho en ellos. De todos los críticos que han opi-
nado sobre mi obra, me sentí más identificado con lo que escribió
Rodrigo Alonso. Me impresionó mucho tanta coincidencia. También me
gustó mucho lo que escribió Laura Batkis. Los dos son sensibles e inte-
ligentes, cosa que no siempre se da. Quienes conocen mi obra desde
hace tiempo están cada vez más en sintonía con lo que yo siento. Me
interesa que la gente se despoje de lo que ve cotidianamente, de prejui-
cios, preconceptos, pautas preestablecidas… y traté de encontrar en mis
trabajos cosas absolutamente nuevas.
¿Hay reticencia del público argentino hacia el arte abstracto?
Cada vez menos, ¡por suerte! Mucha gente va entendiendo que un
conjunto de manchas no necesariamente tiene que tener un significa-
do, que puede ser simplemente una sensación, ¡o varias a la vez! Para
que te llegue una música no necesitás saber con qué instrumentos
está interpretada.
¿Hay que tener el ego bien puesto para ser artista?
En cualquier actividad creativa es imposible que no haya ego. Según
cómo lo manejes, puede jugarte a favor o en contra.
¿Quién compra tu obra?
Particulares, coleccionistas locales y, cada vez más, del exterior. Me sor-
prendo, y obviamente me halaga, cuando un pintor adquiere una obra
mía. Me pasó varias veces. Pero más me sorprendió saber que en una
revista china apareció obra mía; el mes pasado, unos franceses que tie-
nen cuadros de primera época, prometieron hacerme llegar una nota
publicada en China donde aparecen mis cuadros. Sé fehacientemente
que hay cuadros míos en más de veinte países y me divierte saber que
ya hay en todos los continentes.
¿Te molesta cuando compran un cuadro únicamente para decorar
un espacio de la casa?
¡Para nada! Es lindo que alguien elija convivir con algo que vos hiciste
con pasión y poniendo lo mejor de vos. Sí me enoja que me pidan que
repita un cuadro y que no entiendan que no lo quiera hacer.
¿Cuándo dijiste “me voy a dedicar a esto”?
Cuando de adolescente me pasaba horas pintando y buscando dónde
plasmar colores. Lo tomé como algo íntimo y necesario, como enamo-
rarte, algo que uno no puede evitar.
¿Encontraste tu lugar?
Más que un lugar, encontré un camino. Estoy muy agradecido por poder
vivir del arte desde muy joven. Siempre digo que me siento un verdade-
ro privilegiado. Además, cada día se van abriendo más y más puertas…
¿Es verdad que la muestra del año pasado se pospuso varios meses
por falta de obras?
Sí, fue increíble, pero a medida que los cuadros iban llegando a la gale-
ría, se iban vendiendo y no podíamos juntar ni la mitad de los que nece-
sitábamos tener. Finalmente, decidimos inaugurar con varios vendidos.
El año anterior había pasado algo muy parecido.
¿Cómo viviste todo lo que pasó?
El año pasado fue muy intenso. No estoy acostumbrado a que la prensa
se fije en mí. Tuve mi primer catálogo importante, con opiniones de
prestigiosos críticos. Hice una mega muestra en Javier Baliña – Galería
de Arte que superó ampliamente mis expectativas. El éxito se vio refle-
jado en las ventas. ¡No quedó ni un solo cuadro! Además, coleccionistas
del exterior pusieron el foco en mi obra. Como verás, demasiadas cosas
para digerir en tan poco tiempo.
¿Te sentiste acosado?
Bastante, pero gracias a mi galerista, mis amigos y mi familia, me sentí
muy contenido y pude gozar de mi libertad para seguir creando.
Para vos, ¿qué es el arte?
¡Qué pregunta!....(Sebastián se toma su tiempo para responder). Es una
manifestación creativa que se percibe a través de los sentidos y tiene que
llegar al alma.
¿Y el dibujo?
El dibujo es la herramienta fundamental del arte pictórico. Creo que es
importante para desarrollar la capacidad de observación.
¿Qué sentís que hoy en día el arte debería rescatar?
Sin lugar a dudas el género humano, la belleza y la paz. Para que esto
suceda, la gente tendría que verse un poco más para adentro.
¿Por eso creés que se aprecia tanto tu pintura?
En parte sí. Pretendo que mi pintura invite al observador a hacer un viaje
introspectivo, olvidándose de la medición del tiempo, de las preocupa-
ciones cotidianas y de todo lo que no nos deja conectarnos con nuestro
fuero más íntimo. El mundo va a un ritmo vertiginoso. Vivimos en un
cambio constante al cual es difícil adaptarse. Intento no contaminarme,
aunque resulta casi imposible. Disfruto mucho cuando logro conectar-
me con alguien profundamente, algo así como entrar en una misma sin-
tonía espiritual. Tengo asumido que soy un romántico perdido.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
En 2007 tengo programadas dos muestras individuales. Una será en
Buenos Aires, cerca de mitad de año. La otra está por verse. Con mi gale-
rista estamos evaluando propuestas para mostrar la obra en el exterior.
¿En qué países planean exhibir tu pintura?
Estamos en tratativas con gente de Portugal, Chile, Brasil y Estados
Unidos. Pero por ahora, sólo conversaciones. Mi galerista quiere que me
relaje y me dedique a pintar. Dice que los pasos a dar saldrán solos, pero
si no hay cuadros qué mostrar…

Tres Amores:
Junto a la pintura, el cine y la música forman parte de Masegosa.
Amante de las artes,tiene un grupo de funk con amigos y estudió cine.
Él,lo cuenta en primera persona
“Hasta en un cuadro hay música”
La música es vital.Tengo un grupo,“Soul Driver”,hacemos funk.Es muy
familiar,toca mi hermano Gabriel,excelente músico,mi sobrino Tomás,
Dulio Fonda, un pintor amigo, y un baterista. Lo tomamos como un
hobby,de vez en cuando grabamos temas;para mí es muy importan-
te,hasta en un cuadro hay música.Tuvimos una época muy extroverti-
da,de tocar en lugares,pero ahora estamos más escondidos,exploran-
do por el lado de la ópera rock.
Estamos muy divertidos con esta
banda; un llamado y nos juntamos.
¡Y lo disfrutamos mucho!
“Intento volcar todo en la imagen”
He sido un entusiasta del cine.
Siempre me atrajo la imagen,tanto
fija como en movimiento. Haber
estudiado cine enriqueció mi pintu-
ra en muchos aspectos. No sólo es
imagen, también es sonido. Puede
hacerte reír,llorar,en fin,emocionar-
te,algo de lo que pretendo transmi-
tir con mi pintura.

BA MAG MARZO 2010

ENTRE EL AZAR Y LA IDEA Texto: Cecilia Acuña • Fotos: Alejandro Peral

Si bien SuS pinturaS pueden parecer eSpontáneaS
e improviSadaS, cuando Se contemplan con
Serenidad, eS poSible detectar una intención
máS allá del caoS ordenado de coloreS y
trazoS. eS que SebaStián maSegoSa Se arrieSga
haSta loS límiteS del arte a travéS de técnicaS
experimentaleS que convierten a SuS obraS en
imágeneS freScaS y SeductoraS.

Entre el azar y la idea
Cuando se atraviesa el enorme portón del galpón-atelier de Sebastián
Masegosa la temperatura baja alrededor de 10 grados. En la calle hay 34 y
el rayo de sol no perdona. En cambio, el interior de este espacio, ubicado
en una zona de casas bajas de San Isidro, refresca no sólo el cuerpo, sino
también todos los sentidos. Desde el umbral, el paisaje ofrece un perfecto
plano en profundidad de campo: un intento de living al principio, algu-
nas mesas repletas de objetos no identificables y un rectángulo en L bien
delimitado por dos largas tablas en la que se acomodan cientos de tarros,
pomos y latas de pintura de todas las variedades imaginables. En el centro,
un par de caballetes sostiene dos tablones de madera ubicados en paralelo
que sirven como mesa de apoyo para el trabajo del artista. Su colorido es
tan atractivo que la primera pregunta de esta cronista fue si esas dos eran
sus próximas obras. “Sabés que muchas personas vienen y piensan lo mismo.
De hecho, una conocida me trajo dos tablones nuevos para poder llevarse
los anteriores que fueron rematados en una obra de caridad. Me impresiona.
Los uso así porque me resultan cómodos, no son obra, pero llevan mi paleta”,
responde Masegosa mientras intenta encontrar el paquete de cigarrillos que
hace segundos sostenía en sus manos. El piso de cemento alisado también
podría confundirse con uno de sus cuadros. Pareciera como si el artista se
dedicara a probar sus creaciones en soportes no convencionales.
Nos sentamos en un costado de su espacio sagrado de trabajo, no hay
paredes, puertas ni cortinas que dividan ambientes. En el aire suena Talking
Heads, mientras la luz se mete por el ventanal que se abre hacia un peque-
ño patio jardín en el que pareciera que las plantas luchan por conseguir
un espacio propio. A pesar de los techos altos, no hay eco en el ambiente.
Una multitud de bastidores, lienzos y obra ya terminada se distribuye en
un caos ordenado por todo el atelier del joven artista reconocido por sus
pinturas abstractas.

Antes de empezar, con la vista todavía en proceso de búsqueda y los bra-
zos apoyados sobre el respaldo de la silla, el artista logra divisar el paquete
de Camel perdido entre los pinceles y los tarros de pintura abiertos a metros
de distancia. Sebastián Masegosa cuenta que nació en Buenos Aires en 1974
y que viene de una familia de artistas. “A los 15 años gané un premio de la
Casa de Cultura de San Isidro con un paisaje del barrio. La profesora que
presentó mi dibujo me aconsejó que no estudiara Bellas Artes, que siga pin-
tando, pero que hiciera otra cosa porque iban a encasillarme. Por eso, estudié
cine. La verdad es que nunca pensé que iba a vivir de lo que me apasiona
hacer, lo pienso y me parece increíble. Pero la realidad es que fui ganando
premios y becas que me dieron la posibilidad de elegir maestros y profesores
que me enseñaran diferentes técnicas en las que estaba interesado. Soy bastante
autodidacta, la carrera me la armé solo y hoy hay cuadros míos en todos los
continentes”, relata sin presumir, asombrado todavía de sus logros.
De hecho, del 26 al 28 de marzo próximos, sus obras participarán del “Sa-
lón de Arte Abordable”, en París y para mitad de 2010 ya tiene organizada
una muestra en la galería de Javier Baliña. Además de pintar todos días con
un necesario horario de trabajo y cierta disciplina, Sebastián es el líder de la
banda de música Urbana Mode en la que no sólo canta sino que toca el piano
o, mejor dicho, un teclado con sonido de sintetizador. Su hermano, su sobri-
no y un amigo forman parte de la banda que ya tiene un CD en venta y que
no para de hacer presentaciones en distintos bares de la ciudad.
Hablando de música, ¿en tus obras hay algo de musical?
Creo que sí. Creo que el arte va de la mano de todo: hago música, estudié
cine, dibujo, pinto y no es por acaparar, sino porque la necesidad de ex-
presión artística se canaliza a través de todos los medios. El tema es que la
sociedad necesita que nos ubiquemos en lugares fijos para que nadie pierda la
identidad y para saber que el mundo tiene un orden.

No te gusta que te encasillen, entonces.
La verdad que no, pero no es de anárquico, sino de honesto. Cuando
me dicen que soy informalista lo acepto aunque, me parece que si soy algo
de eso, soy neo-informalista. Es decir, utilizo técnicas de este movimiento,
pero no vivo en la época porque lo distintivo de algo no sólo es la forma
sino también el momento histórico determinado. Aunque quiera, no perte-
nezco a esa realidad y, en ese sentido, no soy informalista, incluso cuando
utilizo sus técnicas.
Entonces, preferís no definirte como un artista con esta o aquella
tendencia.
Siempre trato de escaparme un poco. En mi carrera, utilicé todas las téc-
nicas. Estudié dibujo: cuerpos, perspectivas, manejo de luz. Después, fui
adquiriendo nuevos conocimientos casi intuitivamente. Creo que fue lo
más sabio que hice sin saberlo. En lugar de recibir información a toneladas,
yo busqué en función de lo que necesité en cada momento.
¿Y con qué te quedaste?
En mi trabajo es muy importante el lado técnico y el lado creativo. Prime-
ro, están los colores, la tela, la técnica y después, viene el flash mental que
te provocan los primeros trazos. En mi caso, siempre estoy en búsqueda de
una realidad distinta. De una chispa que revolucione las emociones.
¿Seguís dibujando actualmente o sólo te dedicás a la pintura?
Hasta el día de hoy sigo dibujando como un ejercicio porque creo que es
la base de todo. El dibujo está en todo. Cuando tirás un balde de pintura en
una tela, es algo que uno hace al azar pero con una intención. Es decir, in-
ternamente, busco una conjunción entre lo que pasa sin que yo intervenga
y lo que tengo en mente. El azar está muy presente en mi obra, pero tiene
un polo metódico y una dirección. No es una anarquía plástica. Lo opuesto
sería hacer realismo: pintar con reglas, condicionándome a ellas como si
quisiera mostrar la capacidad que tengo para dibujar y pintar. Y la verdad es
que lo único que me importa es crear vida plástica, lo mío es un laboratorio
plástico. Conozco las técnicas, los materiales, los colores y desconozco el
azar, esa es la chispa que provoca que todo funcione. Mi arte es musical y
visual. La idea es que las personas sientan algo de eso.
Los colores, entonces, ocupan un lugar central porque ahí mostrás
parte de tu subjetividad.
La paleta de colores es el sello propio de cualquier artista. Cuando em-
piezo un cuadro, tengo una decisión tomada respecto de lo que voy a hacer.
Ahora, una vez que comienzo me entrego a lo que me dice la obra, a la
emoción que me genera lo que veo. Sé que no existe la creación emocional
pura, siempre hay estructuras detrás.
Hay que ser como Picasso: pintar como un niño conociendo todas y
cada una de las técnicas.
Exacto. El trabajo del artista es combinar la caja de herramientas con el
aspecto emocional más puro posible. Tal vez, por eso, de a poco, dejé de
mostrar la figura y la representación porque eso ya te condiciona. Mi bús-
queda artística apunta a lo emocional, a dejar fluir lo espiritual sin límites.
Pero siempre hay un condicionante, el solo hecho de sujetos con
tiempo nos modifica.
Sé que cuando me pongo delante de una tela, este primer acercamiento
no está despojado porque, desde el vamos, ya tengo el lienzo, el tamaño,
los colores y una idea en la cabeza. Lo importante es lo que viene después:
una combinación entre cómo voy a mover mi cuerpo y cómo la pintura se
va a mover y todo eso integrado con el azar. Yo me asombro con lo que va
pasando en la obra. Busco que la obra me hable.
Entonces, me imagino que tu idea es evitar estancarte, ¿no?
La búsqueda no termina nunca. Justamente, creo que el peor error es
repetir aquello que estuvo bien porque no dejás que el arte se mueva. Mi
trabajo como artista es permitir que la obra fluya y no dejarme condicionar
por cuestiones internas ni externas. Eso es la muerte del arte. Cuando uno
trabaja siguiendo un orden ya establecido, en este caso, estás pintando para
algo ya creado, ya repetido y estructurado.
Y en tu caso, ¿cómo intentás apartarte de los condicionamientos?
Mi visión del arte se relaciona con lo emocional, no con el aspecto inte-
lectual. No creo que el arte tenga que explicarse; si hay demasiadas ideas,
prefiero escribirlas y ponerles música. El sentido de mi obra plástica es la
emoción que provoca al hacerla y al contemplarla.

lunes, 19 de abril de 2010

Sebastian Masegosa – La couleur et l’infini

Sa recherche passionnée de l’« algo mas » l’entraîne sur les chemins escarpés d’une abstraction sans cesse renouvelée. A 34 ans, le peintre fête déjà 20 ans de recherche effrénée. Rencontre avec un artiste au cœur de la movida argentine.
Au premier étage de la galerie Javier Baliña, au centre du quartier huppé de la Recoleta de Buenos Aires, les toiles abstraites de Sebastian Masegosa marquent l’espace d’une empreinte insaisissable. En ce jour de vernissage, l’Argentin au regard doux mais acéré profite, sur le balcon, d’un court répit avant que la foule ne se presse. De l’à-pic de la rue Arenales, vivante jour et nuit, il confie : « L’œuvre est générée par l’artiste, à l’observateur de la compléter. » Sans même s’en apercevoir, on commence par scruter au plus près les détails d’une toile pour finalement prendre du champ. Captivé par les grands formats, l’œil bat la chamade entre profondeur et premier plan. La couleur omniprésente frappe les avatars d’une œuvre gigantesque.
A 34 ans, le peintre, et non « artiste plasticien » comme il se plaît à le préciser, célèbre ses vingt ans de métier ! Le premier jalon de sa carrière a été l’obtention du second prix de la Maison de la Culture de San Isidro, sa ville natale et l’une des agglomérations rivales de Buenos Aires. Il avait à peine quinze ans. L’Argentin sourit à l’évocation de la précocité de son talent, soulignant « qu’un artiste l’est à la naissance, il ne le devient pas. » Avant de trouver sa réalité picturale, Sebastian Masegosa a arpenté différents styles avec une seule certitude : « Les figures ont une limite, et pour pouvoir s’exprimer, il ne doit y en avoir aucune. »
Une technique au service de l’expression
Si le peintre est au cœur de la movida de la capitale argentine, il n’en reste pas moins « sanisidrense ».  Dans l’album Tango, Hugo Pratt a immortalisé cette banlieue nordiste, alors populaire, en y aventurant Corto Maltese sous deux lunes jumelles. Interrogé sur ce curieux phénomène astral,  Sebastian Masegosa n’y voit qu’une simple légende. Pourtant, cette bipolarité métaphorique n’est-elle pas le reflet de la passion et de l’assurance tranquille qu’affiche le peintre ? Une question qu’il élude, précisant qu’il vit à San Isidro, qu’il est « totalement urbain » et qu’il ne va jamais « al campo » (à la campagne). L’artiste ne dévoile pas ses influences. Pourtant, au gré des « plus infimes changements de son fort intérieur », ses toiles oscillent entre couleurs pâles et noire pénombre. Ce serait même cette dernière qu’il préfère…
Si l’hidalgo a disposé de professeurs, il n’a pas bénéficié de mentors ni de parrains. Certes il évoque Diana Aisenberg ou encore Marco Otero, deux artistes argentins dont le souci du détail et les productions diverses plaident plus pour l’indépendance artistique que pour une chapelle ou un courant à suivre. En revanche, il a bénéficié de soutiens indéfectibles, à l’instar de Javier Baliña, son galeriste, qui lui a dédié tout son stand lors du salon Arteaméricas de Miami en 2008.
Chez Sebastian Masegosa, il n’y a pas de recette mais bien une œuvre en cours. « La technique est au service de l’expression. Les matériaux que j’utilise dépendent de l’effet que je recherche. Ainsi, ils sont divers et peu conventionnels »,  explique-t-il. Les conventions, Masegosa s’en passe. Acrylique, gouache et huile se mêlent aux projections d’acides ou aux peintures d’asphalte. Cette technique mixte n’est par conséquent qu’un moyen, non un faire-valoir, qu’il décline pour atteindre cet « algo mas »,  ce « quelque chose de plus »,  qui fait « qu’un artiste s’exprime toujours de façon différente même si par certains détails son style demeure reconnaissable. »

« Laisser couler la création »
Exilés encore quelques instants ensemble, entre le brouhaha qui monte de l’exposition et le calme relatif du balcon, on comprend que Masegosa ne cherche pas à incarner ses œuvres qu’elles se suffisent à elles-mêmes. « Je travaille des toiles, non des séries. Les séries se forment avec les pièces que je sélectionne », ajoute-t-il, attaché viscéralement à l’existence propre de chacun de ses tableaux. Il résume son travail à l’éthique, stricto sensu, que produit l’esthétique de ses toiles : « Le processus consiste à laisser couler la création pour qu’elle prenne corps, ce qui souvent, n’est pas sans me surprendre ! » Ses toiles diffusent une lumière tamisée dont les couleurs d’essence mate éclairent en profondeur des sujets libres aux dimensions délibérément équivoques. Ainsi, Sebastian Masegosa cultive-t-il un sceau particulier qui d’une esquisse fulgurante fait un monde abstrait. Il reste discret quant à ses expositions passées et préfère penser que ses « toiles se trouvent à Pékin, Monaco, Berlin, Londres ou New-York. Et surtout, réfléchir à la suite… » Car à travers chacun de ses tableaux, Masegosa développe, sans la répéter, une empreinte qu’il ne souhaite surtout pas théoriser. A cela, il « préfère que le spectateur ressente sans intellectualiser, ni interpréter. La priorité, c’est l’œuvre, la création. » Tout est dit avant que Sebastian Masegosa ne s’en retourne trinquer avec ses invités.